domingo, 5 de agosto de 2012

XLII

Fuego. La cabeza en llamas y los ojos húmedos.
Fuego. Tus brazos golpeando el alma.
Fuego. Tus brazos abrazando la lluvia.
Agua. Agua de manantial de piel
y de nuca de liebre libre.
Agua de pozo sin fondo,
de ojos profundos,
de labios perdidos en la roldana.
Agua cristalina, transparente, invisible;
agua que inunda el alma y la vida;
agua del río que baña tu cuerpo,
desnudo,
nocturno.
Agua de eclipse en el mar,
de barco pesquero,
salpicando pensamientos sentados en el bauprés,
goteando del ancla levada para abandonar el puerto.
Agua que apaga el incendio de tu boca
y corre por el cuello fría como el acero;
agua que corre la tinta y la sangre de las palabras;
agua que corre por las mejillas adelantando a la esperanza.