domingo, 29 de enero de 2012

XXIV

Abrazado a ti,
a un cojín de nubes,
de nube de tu cintura de luna
de plata, de hojas verdes.

Besarte,
besar los dientes blancos
del despertador,
del segundero.

Acariciar las dunas
del desierto
en tu cuello.

Y despertar,
ebrio de sobriedad,
de soledad.

Y despertar
náufrago
entre sábanas.

Y despertar.
Y morir.

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