jueves, 18 de octubre de 2012

L

Recordar tu presencia sabe a tierra seca y a corcheas;
a cerveza, cacahuetes y conversaciones mascadas;
a tu sonrisa como algodón ardiendo
bajo las hojas de tus ojos de roble,
de roble aún débil, infantil y verde,
como la primavera de tu alma, verde.
Sabe a cielo nocturno estrellado y musical
y al deseo de tus labios y tus manos y tu cuerpo,
y a párpados de reloj de bolsillo
ocultando tu mirada de tarde de verano.

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