domingo, 23 de junio de 2013

LVII (OVIEDO)

Yazco en movimiento perpetuo,
en tus curvas entre mis manos,
en tus cuestas bajo mis pies,
en tus veranos lluviosos.
Yaces bajo mis pies, girando y quieta,
antigua y hermosa, de paredes de arenisca renacentista,
empapada en lágrimas
                                      (la fuente del caracol, "agua que brota entre las rocas"),
y yazco yo, en ti, contigo,
en un banco bajo tus ojos castaños de indias,
y te imagino libre y con los pechos descubiertos,
desnuda de Estado, cantonalista y utópica
                                                (menos burguesa, menos azul, menos dormida),
y me escuchas maullar las noches de desvelo
y te escucho maullar, junto a la torre románica,
a la sombra del ojo del Magistral,
y te escucho gemir sobre mi techo y gritar a la salida del recreo,
y tomo aliento y el aire me sabe a tostar cacahuetes
tras subir a caricias hacia el Paraiso
                                              (a la sombra de tu muralla)
ansiando por llegar a tus pestañas blancas
que en navidad pintas de olor a castañas, incienso y cuero,
y perderme de nuevo, yaciendo en ti, contigo, tuya.

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